Cuesta calcular las cosas que nos perderíamos si viviéramos
solo cuatro años como los colibríes, o apenas quince o veinte días como las
moscas. ¿Sería sensato plantearnos ‘vivir despacio’ con un horizonte semejante?
Afortunadamente nuestro horizonte queda un poco más alejado. Mientras nos vamos
acercando queda tiempo para bajar la vista y descubrir el mundo que nos queda
cerca, el que está al alcance de nuestras manos; ese mundo que se transforma a
una velocidad asimilable por nuestras retinas y a un ritmo en el que nuestros
sentidos pueden regodearse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario