Siempre que acabamos un trabajo y reflexionamos acerca de
las bondades y las debilidades del mismo, nos acordamos de una anécdota que
contaba Chillida en un documental que se proyectaba en su museo, el Chillida
Leku (tristemente cerrado en la actualidad, por cierto): Mientras se
intercalaban imágenes en las que podía verse a Chillida gritando instrucciones
a alguno de sus colaboradores desde un puente, en uno de esos enormes
astilleros donde se fraguaban sus grandes esculturas de acero, contaba a cámara
como uno de los responsables le había comentado en alguna ocasión, dejando
entrever cierta pesadumbre, que las cosas que en aquella ocasión no habían salido
como se esperaba, había aprendido como hacerlas mejor para la siguiente. Chillida
revelaba entonces una pequeña confidencia con una pícara sonrisa: Aquel infeliz
operario desconocía que no habría una siguiente oportunidad (puesto que la
siguiente vez trabajarían en otra cosa y bajo otras condiciones). Y aquello era
precisamente lo bueno…
Isabel nos mandó un archivo de texto. Contenía la
trascripción de unos cuantos mensajes enviados desde su blackberry durante un
viaje por África. Acompañaba el texto con algunas fotos. Quería que
convirtiéramos todo aquello en un pequeño cuaderno de viaje.
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