Se puede alucinar con muchas cosas en la Galería de la
Academia de Florencia. Allí está el David de Miguel Angel, sin ir más lejos. Sin
embargo, nosotros seguimos recordando especialmente, mucho tiempo después de la
primera visita (que siempre es la mejor), aquellos Esclavos a medio esculpir.
Las guías del museo hablaban de que aquellos Esclavos parecían estar tratando
de salir de la piedra, de desembarazarse de aquello que les atenazaba. A
nosotros, sin embargo, nos pareció que en realidad se cobijaban en unos estuches
perfectos, un envoltorio que se adaptaba a aquellos señores finísimamente...
Nos pidieron que hiciéramos un estuche para una placa de
bronce con una morfología un tanto especial, ya que pesaba bastante, tenía
relieves e incluso una pequeña panza. Estuvimos un buen rato pensando hasta dar
con un espacio en el que la pieza pareciera sentirse cómoda. Pensamos que si
iba a estar allí dentro una buena temporada, al menos que descansara
confortablemente.
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